3) El Pazo de Oca
Después de visitar el Pazo de Rivadulla, podemos seguir en dirección a Orense para ver el Pazo de Oca.
Aquí las camelias alcanzan su máxima expresión en cuanto a tamaño y belleza. Algunas de ellas llegan a los ocho metros de altura y están escoltadas por auténticos laberintos de mirtos y rosas. Gracias a su profusa ornamentación y a la perfección artística de su arquitectura vegetal, algunos expertos denominan al Pazo de Oca como el «Versalles gallego».
La fachada del pazo data del siglo XVIII y está coronada por una torre medieval. Hacia el fondo vemos una capilla barroca comunicada a través de un corredor de arcos.
Sus jardines, rodeados por altas murallas de piedra, recrean diferentes ambientes. Tenemos por un lado el jardín francés, obra de François Viet, jardinero del Campo del Moro madrileño, quien recreó un laberinto vegetal inspirado en un dibujo del pavimento de la Catedral de Canterbury.
Dejando atrás el patio y el invernadero, podemos adentrarnos en la Era. En 1929 se derribaron parte de las antiguas cuadras que cerraban el patio para abrir una nueva perspectiva hacia el Valle del Ulla. Destaca el hórreo de piedra característico de la comarca y, al fondo del camino, el Portal, adornado con las armas de Sotomayor, Moscoso, Parga y Mariñas.
A continuación, visitamos los jardines del palacio. Se encuentran entre los mejores exponentes de jardinería en Galicia, producto y reinterpretación de la tradición paisajística francesa. Están delimitados por setos de boj y albergan especies arbóreas y plantaciones de gran interés botánico como camelias, azaleas, palmeras y rododendros.
Hacia el nordeste se encuentra una de las pocas zonas que no se vieron afectadas por las reformas paisajísticas introducidas por François de Vié en el último tercio del siglo XIX. Aquí hallaremos un bosquecillo que data del siglo XVIII con un lavadero muy antiguo, cubierto por un tejado de madera.
Uno de los ejes más importantes del jardín es la Avenida de los Tilos, producto de las reformas paisajísticas que se realizaron en 1866. Es una senda de magia y misterio. Los tilos y los setos de boj se alinean formando un paseo vegetal que comunica los estanques con el bosque. Esta idea de integrar el jardín con la naturaleza estaba muy presente en el paisajismo francés de la época.
Otro espacio singular son sus huertas, donde las plantaciones ornamentales como las camelias conviven con cultivos comerciales: kiwis, viñedos o manzanos.
Las tierras del pazo están regadas por dos arroyos que fluyen en sendos ramales. El primero desemboca en una pradera en el límite del pazo, y el segundo forma dos grandes estanques llamados «de las virtudes» y «de las vanidades». Ambos estanques están divididos por un puente de arcos.
Andrés Gayoso, quien fue señor del Pazo de Oca en el siglo XVIII, dio un significado conceptual a la construcción de los estanques. Mandó construir dos barcas de piedra, una de guerra y otra de pesca, y una estatua llamada » el Señor de la Sierpe» como intermediario entre los dos mundos: el estanque superior, de aguas calmas, conocido como «estanque de las virtudes» y el estanque de abajo, de aguas turbulentas que conocemos como «estanque de las vanidades».
Las obras comenzaron en la segunda década del siglo XVIII y se prolongaron durante al menos quince años. En ellas se sustituyó el antiguo estanque del molino viejo que ya existía, por estos dos estanques separados por un dique, y se trasladó el primitivo molino de agua a la cabecera del actual «estanque de las virtudes». Las plantaciones de boj que rodean su perímetro datan de esta época (esto quiere decir que tienen al menos 300 años).
Parece evidente la hipótesis de que los estanques son una representación simbólica del infierno y el paraíso. El primero de ellos se representa en la barca de guerra de abajo, adornada con monstruos heráldicos, mientras que el paraíso se identifica con la barca de pesca. En la Biblia aparece Pedro como pescador mientras que Jesús es su guía hacia la verdad. Los peces son un símbolo de la verdad profunda (se ocultan bajo el agua), al igual que las verdades del Evangelio que necesita un cristiano para alimentar su alma. Esta metáfora en piedra pretende plasmar una idea similar.

Sin embargo algunas interpretaciones continúan siendo dudosas, como sucede con el misterioso «Caballero de la Sierpe» en cuya representación puso el marqués especial cuidado. Según algunos historiadores hace referencia al fundador del linaje de los Neira mientras que para otros tiene un sentido cristiano de victoria sobre el mal. No es aventurado pensar que los estanques recogen un discurso genealógico-religioso aún por descifrar.
No podemos irnos sin antes admirar la secuoya gigante que figura en el Catálogo de Árboles Monumentales de Galicia, y las tres fuentes de piedra, cercanas a las huertas, que sin duda captarán nuestra atención: la Fuente de la Mona (conocida así por la bestia heráldica que la adorna), la Fuente de la Trucha (una fuente barroca con elementos neoclásicos construida en 1776) y la Fuente del Monumento (construida en 1733 por el mismo cantero que trabajó en las barcas de los estanques).
Según el historiador y académico Javier Sánchez Cantón: «En en Pazo de Oca se da la continuidad sin cortes y el ánimo suspenso, encadenado por la belleza. No se sabe en dónde acaba la obra del arquitecto de jardinería y en dónde la del labrador, insertas una en otra, e inmersas ambas en la Naturaleza más pródiga en formas y colores que hallarse pueda».
El agua, la piedra y la vegetación se unen aquí en una obra maestra de la arquitectura, la ingeniería y la jardinería.
Finalizada la visita, te recomendamos disfrutar de la rica gastronomía de la comarca y en especial de los afamados vinos y aguardientes de Ulla.