Saliendo del claustro de la Catedral, nos disponemos a visitar la biblioteca y la sala capitular.
La biblioteca fue construida en el siglo XVIII y en ella podemos encontrar numerosos incunables. Los fondos de esta biblioteca fueron donados por el canónigo Pedro Acuña y Malvar y por Diego Juan de Ulloa.
A la izquierda de la sala, en las esquinas, hay dos botafumeiros. El primero (de plata) fue donación de los alféreces provisionales, quienes lo regalaron a la Catedral el año santo de 1971. El del fondo es de 1851 y sustituyó al que se llevaron los franceses en 1809.
El botafumeiro es un gran incensario que se utiliza en las ceremonias religiosas. Su origen parece que se remonta a los orígenes de las peregrinaciones, cuando se utilizaba para perfumar las naves de la Catedral, debido al mal olor que desprendían los peregrinos que llegaban a Compostela después de recorrer el Camino. En su vasto pendular llega a acariciar las bóvedas de las naves del crucero, ante el asombro de la gente.
En el centro de la sala vemos un gran facistol del siglo XVIII con libros de pergamino. En el techo, una serie de frescos en los que se representa la vida, martirio y milagros de Santiago el Mayor.
Después de visitar la biblioteca, nos detendremos en la sala capitular. Tiene una bóveda de granito y fue construida en 1751 por Lucas Ferro Caaveiro, siguiendo el estilo del arte rococó. También fue decorada y estucada por Tomás Aguiar.
En el altar de la izquierda vemos una imagen de Santiago peregrino, obra de Gambino. Los tapices que decoran esta sala representan escenas de la vida de Aquiles y de Escipión y fueron realizados en el siglo XVI.
A la derecha se ven dos urnas hechas de palo santo, taracea, nácar y marfil. En el suelo, un brasero del siglo XVII, decorado con motivos jacobeos.