La Catedral de Santiago de Compostela es la obra más importante del arte románico en España. También simboliza la meta final de todo peregrino y el destino donde desembocan todos los Caminos que durante siglos nos han unido en este viaje de voluntad, amor y esperanza.
Es muy difícil expresar con palabras su visión y la percepción que causará en nosotros al final de nuestro tour. Sin embargo nos ha parecido interesante dedicar una serie de artículos dedicados a subrayar la importancia de este legado arquitectónico y escultórico declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Ya os hablamos hace algún tiempo de la Plaza del Obradoiro y los edificios que la rodean. Desde esta misma plaza podremos acceder al interior de la Catedral a partir de una escalinata de doble tiro. Sin embargo antes de hacerlo, deberíamos visitar su cripta.
Fue construida hacia 1168 por el Maestro Mateo para salvar el desnivel existente entre el pavimento del templo y la plaza. Su estructura se corresponde a la de un pequeño templo con girola, levantada en torno a un pilar central.
A diferencia del Pórtico de la Gloria que tiene una clara alusión celestial, la cripta tiene carácter terrenal… una prueba de ello son sus capiteles decorados con motivos vegetales.

Una de sus gruesas columnas soporta el parteluz del Pórtico de la Gloria y la otra la fachada del Obradoiro.
Pero posiblemente lo que más nos llame la atención sea su bóveda de crucería (la primera de este tipo que se construyó en España). Si la propia cripta representa a la Tierra que está a los pies de Cristo, la bóveda evoca al espacio celeste, donde dos ángeles en sus claves portan uno al Sol y el otro a la Luna.

Sobre ella se asienta la gloria que se escenifica en el piso superior por medio del Pórtico de la Gloria.
Actualmente este espacio de la cripta ha sido aprovechado para colocar vitrinas con reproducciones de los intrumentos que tocan los 24 ancianos representados en el Pórtico de la Gloria o piezas que alguna vez formaron parte de la Catedral.